lunes, 13 de febrero de 2012

Un ejemplo de la terapia humanista:

Es un ejercicio que hemos realizado en clase como ejemplo de una conversación entre un psicólogo o terapeuta y su cliente:

Cliente: Soy muy desgraciado porque no valgo nada. Soy un desastre.
Terapeuta: ¿Cree que es desgraciado, que no vale nada?
Cliente: Sí... Bien..., tampoco es exactamente que no valga nada...
Terapeuta: Osea, que usted cree que sí que vale de algún modo...
Cliente: Sí, pero no estoy seguro.
Terapeuta: ¿Y qué le hace pensar eso?
Cliente: Porque cada vez que hago algo en el trabajo no lo tienen en cuenta.
Terapeuta: ¿Y en casa?
Cliente: Depende de cómo me lo tome.
Terapeuta: ¿Tiene algún problema en casa?
Cliente: No que yo sepa, pero mis hijos no me hacen caso.
Terapeuta: ¿Entonces dice que el problema lo tienen sus hijos?
Cliente: Podría decirse que sí
Terapeuta: Entonces tendría que tratarlos también a ellos.

La terapia humanista:

La terapia de la psicología humanista es conocida como "terapia centrada en el cliente" y es un modelo de terapia no directiva. Rogers desarrolló este método. Este modelo de terapia no directiva es seguido por muchos terapeutas. Rogers fue el primer psicólogo que utilizó la palabra cliente para referirse a los pacientes.

La clave de la terapia centrada en el cliente es la diferencia entre dos tipos de preguntas: "¿Cómo puedo tratar, cura o cambiar a una persona?", o bien: "Cómo puedo crear una relación que esta persona pueda utilizar para su propio desarrollo?". La respuesta a la primera pregunta son las terapias en las que el psicólogo interviene. La segunda es el objetivo de la terapia humanista.

El modelo de terapia humanista pretende crear una relación, un ambiente, en que el cliente pueda explicar y manifestar libremente sus sentimientos, sus percepciones de las cosas. Esto implica que el terapeuta debe mostrar una actitud de autenticidad y abstenerse de juzgar sus conductas. También ha de mostrar un alto grado de empatía. Estas actitudes por parte del terapeuta permiten que se establezca una relación de confianza que ayudará al cliente a sentirse libre y a gusto y le facilitará el camino de la búsqueda del conocimiento, es decir, su autoconocimiento y su autoaceptación.

Rogers creía que las personas tienen capacidad y posibilidades de aumentar su autoconocimiento y resolver sus conflictos si los pueden expresar en voz alta; el terapeuta ha de escuchar activamente al cliente, seguirlo en sus comentarios y reforzarlos. Conseguir su autorealización o madurez progresiva y desarrollar su vida de forma satisfactoria. Una buena relación terapéutica es la condición fundamental para que el cliente se deshaga de esta máscara y siga su tendencia hacia la autonomía y el desarrollo